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“Lo que las personas perciben como real tiene consecuencias reales en su comportamiento” William I. Thomas (teorema de Thomas) “Las percepciones subjetivas de las personas acerca de la realidad tienen una fuerza enorme a la hora de definir su conducta”, Anton Costas “Tal como eres, sólo así puedes ver. Cuanto más seas más verás” Luis Racionero “El hambre y los principios, la miseria y la dignidad, las penurias y el orgullo son parejas difíciles de armonizar”, Leonardo Padura, la Neblina del Ayer “Confía en la gente como si fueran santos y vigílalos como si fueran ladrones”, Richard J. Bernstein, doctor en Filosofía “El llegar a donde se quiere depende de donde se esté”, José Saramago, Ensayo Sobre la Ceguera “Más fácil que alfombrar el mundo es calzarte tú unas zapatillas”, Anónimo “Para ser un escritor decente ni siquiera hace falta talento: basta con un poco de empeño. Además, el talento no se tiene: se conquista”, Javier Cercas, La Velocidad de la Luz “No sabem res dels altres, ni ens importa; en canvi, voldríem que els altres ens coneguessin a fons”, Incerta Glòria, Joan Sales “Estat de fer: crear com un deu, manar com un rei, treballar com un esclau”, Constantin Brancusi, escultor “No podrás vivir con auténtica pasión si te conformas con llevar una vida q es menos de lo que eres capaz de vivir”, Nelson Mandela “Tu propósito principal no es el objetivo prioritario que con tanta ansia persigues. Tu verdadero propósito es ser lo mejor que puedas ser y concebir. Tu objetivo no es más que el método que escoges pra mostrar tu mejor versión”, Darryl Anka REPORT THIS AD “Que no hi ha alternativa és una injúria a la raó: no és un argument, és una capitulació”, H.M.Enzensberguer “El que donaria, per tocar com tu ho fas? Vostè és un mentider perquè és incapaç de donar ni així per arribar a tocar el violí com jo el toco. Sap què he donat jo per arribar a tocar així? Milers i milers d’hores de la meva vida. S’ha d’estimar molt la música per fer això. I no crec que vostè pugui ser capaç d’iniciar el gest cap a l’esforç”, Jaume Cabré, L’Ombra de l’Eunuc “Qui no creu en la màgia no la trobarà mai”, R. Dahl “Agafa una activitat, qualsevol art, qualsevol disciplina, qualsevol habilitat. Agafa-la i porta-la al límit, porta-la més enllà d’on hagi arribat mai, esprem-la al màxim, i llavors t’introduiràs en el regne de la màgia”, Tom Robbins “El saber és un tresor, però la pràctica és la clau que l’obre”, Ibn Khaldoun Al-Muqaddima “Perquè al qui té, li donaran encara més i en tindrà a vessar. Mentre al qui no té, li prendran fins allò que li queda”, Evangeli Segons San Mateu “Puedes esquilar una oveja infinidad de veces, pero sólo puedes despellejarla una vez”, Amarillo Slim, Jugador de Póker “El necio que reconoce serlo, deja al momento de ser necio”, F. Dostoyevski, Humillados y Ofendidos “Lo principal no es el talento sino el afán que lo rige” F. Dostoyevski, Humillados y Ofendidos “Lo criticable no será el error cometido, sino la abulia por rectificarlo” Pablo A. Fernández, El Vientre del Pez “Todos padecemos una enfermedad, una enfermedad básica, que es inseparable de lo que nosotros somos y que, en cierto modo hace lo que somos y acaso sería más exacto decir que cada uno de nosotros es su enfermedad, por ella somos tan poco, y por ella llegamos a ser tanto”, J. Saramago, El Año de la Muerte de Ricardo Reis “¿Por qué tiene un volar tan torpe el pavo real? Por el tamaño de la cola. Todo ese plumaje le pesa demasiado. Como la vanidad. Nadie puede volar con toda esa mierda encima. Para volar hay que deshacerse del lastre” Toni Morrison, La Canción de Salomón “Sin educación no puede haber libertad. La libertad consiste en la facultad de escoger. Y ¿Cómo podrá escoger quien no conoce más que un solo término?Gabriel Alomar “La debilidad de un hombre es su fuerza. ¿Hubiera sido Aquiles tan gran guerrero sin su talón?” Salman Rushdie, El Último Suspiro del Moro “Las dos grandes cualidades del ambicioso son la flexibilidad y la continuidad de miras”, Historia de las Ideas Políticas, Jean Touchard “La excepción es siempre lo más puro. El que lucha contra la corriente ha de ser un convencido. Si no, resulta más fácil dejarse llevar”, Miguel Delibes, La Sombra del Ciprés es Alargada “Yo sé que soy pequeña, muy pequeña; pero los demás también lo son y no lo saben. Ese es mi poder: el de la conciencia”, Rosa Montero, Bella y Oscura “Si no sales de ti, no llegas a saber quien eres. Todo hombre es una isla, es necesario salir de la isla para ver la isla, no nos vemos si no nos salimos de nosotros”, José Saramago, La Isla Desconocida « La fonction crée l’organe, mais l’absence de fonction détruit l’organe», Bernard Werber, Le Jour des Fourmis “La riqueza no cambia a las personas directamente: los cambia a partir de la manera en que la gente los empieza a tratar”, Richard Conniff, Historia Natural de los Ricos “En todos los primates, una actitud de seguridad acaba por volverse real de puro repetirla”, Richard Conniff, Historia Natural de los Ricos REPORT THIS AD “Pablo se ofendía con facilidad, le llevaba la contraria por sistema y se empeñaba siempre en llevar razón: tres síntomas inequívocos de debilidad de carácter”, Eduardo Mendoza, La Ciudad de los Prodigios “Es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es”, Gabriel García Márquez, Memoria de mis Putas Tristes “Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo”, Buda « Cuando no se tiene el coraje de vivir como se piensa, se termina por pensar como se vive”, Victoria Ocampo “… porque nunca encontré comida que me gustara. Si la hubiera encontrado habría comido hasta la saciedad, como todo el mundo”, El Artista del Hambre, F. Kafka “Las conductas y reacciones que más nos disgustan de nosotros mismos son los verdaderos pórticos de nuestra mayor felicidad. El camino hacia éstos pasa ineludiblemente por nuestra “fealdad interna”, nuestras limitaciones, nuestros problemas”, La Transformación Esencial, C & T Andreas “No hay nada que no esté contenido ya en la conducta de la persona”, John Grinder & Richard Bandler, De Sapos a Príncipes “Beaucoup de gens se sentent mal dans leur peau parce que ce n’est pas la leur”, Romain Gary (Émile Ajar), Gros-Câlin “El poeta es semejante al príncipe de las nubes que frecuenta la tempestad y se ríe del arquero; desterrado en el suelo en medio de abucheos, sus alas de gigante le impiden caminar” Charles Baudelaire, El Albatros; Las Flores del Mal
1. TODO COMPORTAMIENTO TIENE UNA INTENCIÓN POSITIVA, aunque para alcanzarla, a veces, implementemos conductas contraproducentes (que, paradójicamente, nos impiden conseguir aquello que perseguíamos). Las resistencias al cambio se basan en que, como la intención última de cualquier conducta es positiva, no consentiremos en dejarla de ejecutar hasta que encontremos otras conductas alternativas que nos hagan sentir que salvaguardamos esa intención positiva final. PRIMERO DEBEMOS CAMBIAR EL CÓMO QUEREMOS CONSEGUIR, NO EL QUÉ QUEREMOS CONSEGUIR (aunque más tarde, no irá mal evaluar también las creencias que nos hacen querer lo que queremos), para aprender medios alternativos –más placenteros y eficaces- que sustituyan las conductas limitantes y nos permitan satisfacer la intención positiva que propiciaba el comportamiento contraproducente 2. TODO COMPORTAMIENTO ES ÚTIL, PERO EN SU DEBIDO CONTEXTO El pánico es útil cuando nos encontramos con un asesino en serie corriendo hacia nosotros con un cuchillo ensangrentado, pues facilita la huida… pero repartiendo flyers o haciendo ecuaciones, nos vuelve profundamente torpes (independientemente que lo “seamos” o no) 3. EL SUFRIMIENTO NO EMANA DE LA FALTA DE POSIBILIDADES, SINO DE UNA VISIÓN ESTRECHA QUE NOS IMPIDE VERLAS ALLÁ DONDE SE ENCUENTRAN. Si el catalejo se bloquea enfocando exclusivamente las calles más feas del Raval, BCN no ES fea… es que el brazo del catalejo está estropeado. Y es el telescopio –y no BCN entera- lo que hay que cambiar. Nuestro Mapa es una representación subjetiva de la realidad que limita lo que consideramos real, posible y aceptable. Nuestra representación del mundo determina nuestra experiencia de él (cómo lo significamos, cómo lo vivimos), y nuestro modo de enfocar nuestra realidad limita o amplia nuestras posibilidades de acción (que, a su vez, construyen uno u otro mundo REAL). Si el mundo se muestra borroso, hay que ir al oculista a ponernos unas gafas, y no a una empresa constructora para que remodele el mundo entero a nuestro capricho (primero, porque lo primero depende de mí y lo segundo no; segundo, porque lo segundo es imposible) 4. TODOS TENEMOS YA TODOS LOS RECURSOS NECESARIOS PARA PROCURARNOS TODO LO QUE NECESITAMOS (o, como mínimo, las habilidades que nos permitan hacernos con esos recursos). Otra cosa es que TODAVÍA no sepamos como acceder a ellos, o que creencias limitantes todavía nos impidan el estado de ánimo adecuado para utilizarlos eficientemente 5. NO EXISTEN FRACASOS SINO RETROALIMENTACIÓN. Cualquier resultado no deseado es un éxito, un paso avanzado: como mínimo, nos descarta una manera de hacer (un cómo) que no sirve para conseguir lo que queremos. Ningún intento fallido es un fracaso, sino un descubrimiento de una forma más de cómo NO lograr nuestro objetivo. Nunca debemos persistir en emplear los mismos medios si ya nos han dado, reiteradamente, resultados negativos. Si algo no funciona… haz otra cosa (Albert Eisntein: “El mundo que hemos hecho es el resultado de nuestra manera de pensar, y nos hemos creado una serie de problemas que no podremos resolver pensando de la misma manera en que lo hicimos cuando los creamos”). 6. LA IDENTIFICACIÓN Y CREACIÓN DE MODELOS EFICACES NOS LLEVA A LA EXCELENCIA. Todo éxito y todo fracaso de alguien tiene una estructura y unas estrategias determinadas –sobre las que se fundamentan sus capacidades o limitaciones- que se pueden describir y, por lo tanto, aprender o desaprender. Si descubrimos la sintaxis del cambio espontáneo, podremos propiciar esos cambios consciente y voluntariamente. La magia tiene su estructura; los errores, también. 7. CAMBIOS DE REALIDAD / METAPROGRAMAS. Aún cuando, sin cambio de estrategia, consigamos cambios en la realidad externa que nos satisfagan… de no cambiar los metaprogramas cognitivos que nos abocaron a las visiones empobrecidas que nos hacían sufrir, nos condenamos a repetirlas (sin cambiarnos las gafas, tenemos todos los números para volver a ver borroso, por mucho que los caprichos puntuales del azar nos pongan delante de las narices paisajes bien nítidos). “Y ahora que habéis roto el muro con vuestra cabeza, ¿Qué haréis en la celda de al lado?” S. J. Lec. 8. TODO APARENTE CAOS ES UN ORDEN TODAVÍA POR COMPRENDER. La conducta humana, aunque compleja, está gobernada por reglas y estructuras inconscientes que, de conocerlas, podemos llegar a manejar progresivamente con una incompetencia cada vez menor. Los fantasmas de nuestra mente, una vez bautizados con su nombre propio, son fáciles de exorcizar; antes de bautizarlos, imposible. 9. PROBLEMA = Dificultad + Juicio Propio. Un problema no es más que una dificultad (más o menos compleja, eso ya a gusto del bautizador) bautizada como problema por nuestras creencias, valores y juicios. Un problema tiene más que ver más con CÓMO vivimos (y vivimos algo en función de cómo decidimos significarlo) que con aquello que vivimos. En palabras de Seymour: “Tendemos a pensar en lo que estamos pensando, nunca en como lo estamos pensando”. Un problema es algo que consideramos una dificultad (una realidad diferente a la que habíamos decidido que debería ser) frente a la que sentimos que a) No tenemos los recursos necesarios para solucionar b) No seremos capaces de adquirir esos recursos. 10. LA SOLUCIÓN ES EL PROBLEMA. Demasiado a menudo, una dificultad se transforma en problema(s) tras aplicarle reiteradamente soluciones contraproducentes que cosifican y agravan la dificultad hasta disfrazarla de crónica, vital y urgente. Y lo peor: activa más y más “problemas”, como en la fusión nuclear, donde cada átomo libera 2, 2 a 4… y así en progresión geométrica hasta el desquicie más absoluto y gratuito. Como el cerebro es una máquina de inventar sentido, y como culturalmente primamos la justificación sobre la solución, construimos explicaciones cada vez más y más intrincadas respecto a las que, además, nos sentimos obligados a ser consecuentes En palabras de Carmen M. Gaite: “Las teorías tan articuladas luego resultan duras de desmontar, no te atreves a decirle a nadie: “Ayúdame a salir de este laberinto de teorías, oye, que no respiro”. Y en las de Berkeley: “Levantamos la polvareda y luego nos quejamos de no poder ver”. El objetivo de las explicaciones sobre nuestros problemas no acostumbran a ser soluciones, sino justificaciones que nos declaren “inocentes” frente a los hechos. 11. PVA ≠ MPV. El Punto de Vista Actual nunca será, por definición, el Mejor Punto de Vista Posible. Cuando las cosas consideramos que nos van mal, resulta obvio; pero aún cuando nos dé la gana considerar que nos van bien, siempre habrá una manera más efectiva, elegante y placentera de hacer las cosas todavía mejor disfrutándolas aún más. MPV = PVA x 100. 12. E = F + 1. Cualquier ÉXITO = Fracasos + 1. Cualquier logro personal, definitivo o puntual, grandilocuente o cotidiano, llega cuando lo intentamos 1 vez más de todas aquellas que necesitábamos equivocarnos antes de conseguirlo. Ante la Perseverancia, el Hábito y la Paciencia, acaba sucumbiendo cualquier meta. E = F + 1. Cualquier ÉXITO = Fracasos + 1. Cualquier logro personal, definitivo o puntual, grandilocuente o cotidiano, llega cuando lo intentamos 1 vez más de todas aquellas que necesitábamos equivocarnos antes de conseguirlo. Ante la Perseverancia, el Hábito y la Paciencia, acaba sucumbiendo cualquier meta.
Con la que está cayendo a nivel mundial, la indecente precariedad social de más del 20% de la presuntamente opulenta Europa, con las zancadillas de la biología y las irresolubles contradicciones del mero hecho de ser humano… ¿Es posible sentirse ilusionado por el futuro, satisfecho en el presente y feliz por el mero milagro de estar -todavía- vivo? ¿Es la ilusión un hallazgo fortuito o un logro personal contra viento, marea y evidencias? ¿Un inocente brindis al sol a base de ignorar la realidad o un acto de puro y radical realismo inteligente? ¿Se puede construir la ilusión y el optimismo sin por ello dejar de atender y entender los grandes dramas y limitaciones del ser humano y de la sociedad actual? ¿Se puede vivir feliz sin por ello tener que basarse en cantamañaneos positivistas de una insolvencia intelectual sonrojante por naïf y simploide? Los que me conocéis en persona bien sabéis que nunca fui, precisamente, un optimista antropológico. Una vez analizado el mundo que entre todos estamos creando, me cuesta reprimir una cierta aversión al ser humano en general y la cultura occidental en particular. Por suerte cuento, como contrapeso a mis reticencias antropológicas, con mi amor por los individuos concretos en los que se encarna la especie, así como con una especie de sobrempatitis compulsiva por el sufrimiento ajeno que me ha salvado de las garras de una misantropía tan profunda que me hubiera dejado más cerca de metralletas y hamburgueserías que de libros y clases. Y si nunca fui un optimista antropológico, menos aún lo fui existencialmente. Mi curiosidad intelectual nunca me permitió según que alardes de superficialidad positivoide basada en mirar para otro lado al enfrentarme a los grandes dilemas y dramas de la existencia y la sociedad Ser humano dista mucho de ser fácil. A poco que analicemos al ser humano con un mínimo de propiedad y amplitud de miras, el pesimismo parece tenerlo fácil para bombardearnos el ánimo desde múltiples ámbitos. ¿Cuáles son estos ámbitos, y de qué razones se arman para empujarnos al desánimo? 1. LAS OBVIEDADES DEL PESIMISMO NEUROBIOLÓGICAS. Tal y como vimos en “De Animales a Dioses”, el cerebro humano actual no dista mucho del de nuestros antepasados más paleohomínidos. Así que con un cerebrito biológicamente constituido para poco más que cazar y no ser cazado, tenemos que manejar los trillones de bites de información compleja que conllevan las exigencias de la sociedad actual. ¿Cómo no caer en la confusión, si el órgano que debería evitarla no da en principio para ello? También vimos que la principal función del cerebro es detectar potenciales amenazas a la superviviencia. Y mientras en el medio natural estas amenazas siempre eran reales y conllevaban intensos pero muy puntuales repuntes de estrés (entre un ataque de un depredador o una manada rival y el siguiente podían mediar semanas o meses), la sociedad actual propicia incertidumbres económicas, sociales y vitales a cada segundo. ¿Cómo no sentirnos estresados y angustiados, cuándo significamos como peligros mortales cualquiera de los millones de inquietudes modernas que nos asaetan a cada segundo? Presentes, futuras, futuribles, reales, inventadas, seguras o posibles… la lista es interminable si nos dedicamos a alargarla sin fin. EXISTENCIALES. Cada cultura se ha inventado sus propios dioses, rituales adivinatorios de futuro, cosmogonías vitales y sistemas de creencias supranaturales: Dioses, Alás, Jehovás, Pachamamas, Ganeshas… la lista tira a infinita. Pero entre la miríada de deidades de las que el ser humano se ha dotado -todas formalmente muy diferentes-, subyacen tres elementos comunes: los dioses acostumbran a ser inmortales, omnipotentes y omnipresentes. Lo que me lleva a sospechar que al ser humano le repatea especialmente el hecho de ser mortal, de potencia limitada y tan sólo poder estar en un lugar a la vez. A los humanos nos jode enormemente el saber que moriremos (no sólo nosotros, sino todos los seres conocidos y queridos que nos rodean) y que ni el mundo ni los demás ni serán ni actuarán como yo considero justo, ético o lógico que sean o actúen (que, sospechosamente, acostumbra a coincidir con lo que a uno mismo le conviene, qué curioso). Y, como guinda del pastel, por cada elección vital que realizamos… ¡Estamos descartando millones de posibilidades que nunca sabremos si nos habrían hecho tanto o más felices que la elegida! Con todo ello, ¿Cómo no sucumbir al desánimo, la impotencia o a la desesperanza? SOCIOGEOPOLÍTICAS. Con un mínimo de información crítica y sensibilidad, no invitan al optimismo ciertos datos vergonzantemente ciertos: 82% del planeta bajo el umbral de la pobreza, gastos en armamento miles de veces mayores que en educación, millones de seres humanos asesinados por inanición o enfermedades fácilmente curables… En el Occidente dominador de este mundo, las cosas están infinitamente mejor que en el resto del planeta (sería insultante comparar nuestras injusticias con las del resto del planeta), pero no por ello estamos para tirar cohetes ni dar lecciones a nadie. También aquí sufre cada día gente por eternas listas de espera, muchos tratamientos dependen del poder económico de quien los necesita, hay gente viviendo en la calle y miles de niños padecen malnutrición y su formación académica depende más del dinerito de los papás para extraescolares que de su propio talento y dedicación. Con todo ello, ¿Cómo no sucumbir a la rabia, al odio o a la violencia más visceral e ineficiente? INDIVIDUALES. Si no tengo mal entendido, el día tiene 24 horas. De ellas, 8 trabajamos (¡Dios, y en el mejor de los casos!), 8 dormimos (¡Dios, quien se lo pueda permitir!) y de las restantes 8, gran parte las consumimos en ir y volver del trabajo, ponernos y quitarnos el pijama y atender prosaicas labores de mera subsistencia como la higiene, la alimentación, compras, pagos de facturas, etc. Así que, sacando cuentas, invertimos un tercio de nuestra vida en (sobre)vivir; otro tercio lo pasamos sin conciencia y el restante, copados por cotidianidades sin alcance alguno más allá de cubrir las necesidades mínimas para continuar vivito y coleando. Con todo ello, ¿Cómo no sucumbir a la rutina, la desidia y la desilusión? Además, desde una visión individual de la biología humana, se dan algunas paradojas no demasiado cómodas. Si nos fijamos, de jóvenes contamos con cuerpos y caras que, tanto estética como médicamente, nos permiten disfrutar de salud y ciertas simetrías de rasgos y turgencias de miembros que, convencionalmente, vivimos como belleza o atractivo físico. Pero de jovencitos también acostumbramos a ir más que cortitos de dinero, y la falta de experiencia y sabiduría nos impele a soltar tonterías como panes y actuar con una inmadurez sonrojante. Por suerte. y si nos lo curramos mínimamente, con los años maduramos (?) y nos hacemos más responsables (??), racionales (???) y coherentes (????) y, si hacemos que el acierto personal limite los posibles caprichos adversos de la suerte, a partir de los ventitantos vamos adquiriendo un progresivo dominio de nuestros recursos económicos. Total: que cuando reboso salud y belleza, me falta dinero y sabiduría; y cuando reúno algo de sabiduría y dinero… empiezan a aparecer progresivamente arrugas, flacideces, especialistas e incontinencias varias. Con todo ello, ¿Cómo no sentirse con ganas de pedir el libro de reclamaciones? 2. LOS PARAPETOS DE LA ILUSIÓN “Contra el pesimismo de la razón, el optimismo de la voluntad”, A. Gramsci Tal vez por todo ello, pasé gran parte de mi preadolescencia, pubertad y premadurez sumido en un cierto pesimismo de fondo, generalmente discreto, que recorría mi alma subterráneamente como contrapunto clandestino a mi vitalismo, compulsividad intelectual y bulimia vital. Aunque de natural vitalista e hiperactivo, hasta mi presunta madurez actual sucumbía a puntuales -pero virulentos- arrebatos de profundo desaliento. Y creo que razones –tal y como hemos visto- no me faltaban. Todo lo expuesto anteriormente sigue vigente en mi mente como paradigmas objetivos, realistas y algunos hasta empíricamente contrastables, y me niego a negar lo que objetivamente me resulta obvio en aras de la fabricación artificial de un optimismo de pies de barro basado en mirar para otro lado más que en afinar la mirada. Entonces, ¿Qué ha cambiado en mí para, aún con todo ello presente, poderme declarar satisfactoriamente feliz y en paz conmigo, la vida y los demás? Sencillamente, que no he basado mi felicidad en fabricar razones para negar todo lo arduo, sino que me he centrado en encontrar, perfilar y pulir una batería de otras verdades (antagónicas o complementarias) tan ciertas como éstas… sólo que en vez de demolerme el ánimo, me lo apuntalan. Dejadme compartirlas con vosotros… NEUROBIOLÓGICAS: de la Confusión a la Claridad. El día a día contemporáneo puede abrumarnos con toneladas de información, pero hoy en día tenemos recursos que antes ni soñábamos para poder afinar la cacofonía de demandas de la cotidianidad. Desde artilugios externos (agendas, móviles, ordenadores…) hasta habilidades y competencias personales (meditación, clarificación de valores, auditorías de creencias) que pueden ayudarnos a actuar en función de nuestras prioridades y no de los vaivenes caprichosos de una cotidianidad siempre apresurada, excesiva y arrolladora si no aprendemos a domesticarla. Y del estrés y la angustia a la tranquilidad y la confianza. Por mucho que nuestro cerebro esté diseñado para encontrar (o inventarse) peligros, disponemos de herramientas clave (como la Inteligencia Emocional) para aprender a gestionar nuestras emociones. Tan sólo con saber que nuestro cerebro se inventará amenazas si no las encuentra, hacer listas de cuantos temores son presentes o sólo futuribles, cuantos reales y cuantos imaginados y cuantos (y cuan bien fundamentados) están la mayoría de nuestros miedos, éstos disminuyen progresivamente, a medida que mejoramos nuestra capacidad para no dejarnos secuestrar emocionalmente. EXISTENCIALES: del desánimo, la impotencia y la desesperanza al orgullo, la motivación y la satisfacción. Cierto es, como decía Sartre, que nacemos muriendo. Es un hecho que cada segundo más lejos del principio es un segundo más cerca del final, pero la actitud y significación que demos a este hecho es una prerrogativa de nuestra libertad. Precisamente la conciencia de nuestra mortalidad puede ser el acicate definitivo para relativizar nuestras dificultades presentes, tan insignificantes ante la inmensidad de la muerte. La muerte puede ser, perfectamente, el revulsivo definitivo para vivir cada segundo como el milagro –único, irrepetible…efímero- que es. Con lo que me jode la muerte… me niego a desperdiciar mi vida, aún con todas las vicisitudes que comporte, incluidas las que no desearía vivir. Sócrates ya me lo chivó ahce muchos años: “A la muerte no se le puede tener miedo, porque cuando yo esté, ella no está. Y cuando ella venga, yo ya me habré ido”. Así mismo, el hecho de que los demás no hayan nacido para actuar, pensar y sentir como yo crea que debieran, y de que la vida no esté ahí para otorgarme lo que yo considere justo, también es un acicate para aprender a llevarme mejor conmigo mismo (el único ser que siempre hará lo que yo le diga) y a relativizar tanto los premios como los castigos de la existencia. Los días que me levanto sin otro objetivo, siempre tengo uno: seguir aprendiendo a fortalecerme como para que mi felicidad no dependa de lo que hagan o digan los demás ni de los caprichos favorables o adversos del azar. Influir, no puedo evitar que lo uno y lo otro me influyan a la corta (y mucho), pero me niego en redondo a que determinen mi ánimo a la larga. GEOPOLÍTICAS: de la Rabia, el Odio y la Violencia a la Esperanza, la Participación y el Cambio. La situación del mundo en su conjunto es, desde un punto de vista de decencia humanística, absolutamente inaceptable. Pero a pesar del monopolio informativo de los lobbies económicos, Internet, la globalización de la información y la progresiva conciencia como seres humanos nos llevan a conocer y no aceptar según qué crímenes (hambrunas en países que exportan alimentos, tráfico de personas, guerras por materias primas, explotación de menores, guerras creadas por lobbies armamentísticos, etc.) que antes la mayoría de la población ni llegábamos a conocer. La dimensión de los retos humanos a escala planetaria (empezando el planeta en el Banco de Alimentos de la esquina) es mastodóntica (para mí, hasta intimidante), pero nunca antes como hoy tantas personas hemos dispuesto de tantas herramientas (y tantas ansias por utilizarlas) para, como mínimo, forzar la hipocresía de los grandes poderes fácticos que hasta no hace tanto podían masacrar sin rubor alguno economías y personas y adueñarse impunemente de los bienes de todos. INDIVIDUALES: de la resignación alienada a la ilusión continua. Es precisamente el desproporcionado espacio de tiempo que ocupa el trabajo en nuestras vidas el que me empujó, desde muy joven, a invertir tiempo, esfuerzo, ilusión e imaginación en inventarme maneras en las que el trabajo, lejos de ser una maldición bíblica, fuera una causa más –sino la principal- de realización personal. Precisamente porque nos ocupa, como poco, un tercio de toda nuestra existencia podemos (¿Debemos?) añadir una nueva ilusión que nos acompañe hasta el último de nuestros días: convertir nuestra faceta profesional en mucho más que una mera contraprestación económica para sobrevivir más o menos holgadamente. Me niego a ser una tuerca en un engranaje que sienta ajeno, me niego a que me exploten, me niego a que me alienen. E irlo consiguiendo cada vez un poquito más es una fuente inagotable de ilusión. Y del resentimiento a la lucidez. El acumular años y el envejecer no tiene nada de malo per se, a menos que nuestros deficientes enfoques lo conviertan en un problema. Si, de adolescentes, apostamos nuestra realización y autoestima a la autonomía económica o a la sabiduría acumulada, sufriremos inútilmente (y lo digo por experiencia). De igual manera, si a medida que cumplimos años, basamos nuestra satisfacción personal en los cánones contemporáneos de belleza, el atractivo meramente estético o en la plenitud física, habremos comprado infinitos números en la lotería del resentimiento. Sabiendo que con los años iremos perdiendo el atractivo superficialmente estético y el bienestar físico, para mí no hay mayor reto lúcido – ni más ilusionante- que el de compensar ambos con cotas cada vez mayores de conocimiento, sensibilidad y curiosidad intelectual, social y vital. No hay mayor reto que aprender a envejecer y morir sonriendo, y condición imprescindible para ello es aprender a pedirle a cada edad lo que puede ofrecer: a la juventud, vitalidad gratuita, atractivo, inconsciencia y barra libre de endorfinas; a la madurez, sabiduría, conocimiento, criterio y lucidez. Si entras en una pescadería a por filetes de ternera, te garantizo una enorme frustración como consumidor. Y eres libre de elegir hacerlo, y tanto. Eso si: no le eches la culpa al pescadero por vender lo que anuncia y no lo que tú has decidido que debería vender. 3. CONCLUYENDO… ¿Son más ciertas estas verdades que las anteriores? Yo, sinceramente, creo que no: como mucho, igual de inexactas y sobregeneralizadas, como toda conclusión humana. Pero a mí, además de nítidamente razonables, me sirven para vivir mejor. Yo no he venido al mundo a dejarme arrastrar por un pesimismo fácil y malgastar mi existencia por presuntas verdades existenciales. Pero tampoco puedo basar mi optimismo e ilusión en mirar para otro lado frente a según qué facetas incómodas de la existencia humana. Por dos razones principales: primero porque (en el mejor de los casos) obviar toda la información más dura me volverá superficial, bobalicón e intrascendente, carne de manipulación ideológica y/o vital. Y segundo porque (en el peor de los casos), la vida me pillará desprevenido. Tarde o temprano, habremos de enfrentar las cuestiones más espinosas de la existencia, y si antes de su llegada no hemos reflexionado inteligentemente sobre ellas, muy probablemente nos provocarán unas dosis de sufrimiento gratuito todavía mucho mayores de las que per se conllevan. Ni dramitas de niño consentido, ni optimismo iluso con pies de barro. La mierda, en su lugar adecuado, se llama estiércol y es el más útil de los fertilizantes para hacer crecer abundantes lo mejor de nuestras cosechas. A nosotros corresponde colocarla en el sitio que mejor nos convenga. Por todo lo expuesto anteriormente, la vida no sé si tiene sentido… más allá del de buscárselo. Y ni la queja pusilánime ni la bobaliconería superficial nos ayudarán a encontrarlo. Una vez más, os animo a construiros un optimismo que, en el mejor de los mundos, nos caería del cielo. En éste, no.