4 HABILIDADES INTELIGENCIA EMOCIONAL
Si el banderazo de salida de la inteligencia emocional lo marca la Identificación de una emoción y el destino final es su Gestión, el camino que nos llevará del uno al otro son la 2ª y 3ª habilidad de Salovey y Mayers: la Utilización y la Comprensión de nuestras emociones.
¿Para qué sirve cada emoción? ¿Qué acciones facilita y cuáles dificulta? ¿Qué consecuencias cosecharemos de implementar las acciones a las que las emociones nos abocan? ¿Cómo me las genero, a partir de qué maneras de pensar? Todas ellas son preguntas cuyas respuestas nos facilitan la Utilización y la Comprensión de nuestras emociones, los pasos previos a su definitiva gestión. Si te interesa conocerlas…
UTILIZAR: DIME QUÉ SIENTES Y TE DIRÉ QUÉ HARÁS (bien)
Como ya vimos en LA INTELIGENCIA DE LAS EMOCIONES y en RE-CONOCER EMOCIONES: acierto y coraje, la secuencia de una emoción abordada desde el empanamiento emocional podría ser la siguiente: siento Ira (casi sin percatarme), Ataco (sin ser realmente consciente de estarlo haciendo) y cuando vengo a darme cuenta he provocado, agravado o enconado un conflicto de todo menos agradable.
SECUENCIA EMPANAMIENTO EMOCIONAL
Al prevenirnos de lo que sentimos, sólo la Identificación exacta de la emoción sentida nos ayuda a capear muchas de sus consecuencias, pero no basta para transformarla, ni mucho menos. A continuación debemos dar un segundo paso: aprender a Utilizarla. ¿En qué consiste exactamente este segundo paso y qué nos permitirá dilucidar?
1. Plantearnos las consecuencias que queremos, a priori, de una situación dada. ¿Cómo queremos que acabe? ¿Qué repercusiones quiero que tenga en mi vida?
2. Ser conscientes de las acciones a las que me aboca la emoción sentida en el momento. ¿Qué me predispone a hacer, ver y pensar esta emoción que ahora siento?
3. Compararla con las acciones que necesitaría implementar para conseguir las consecuencias deseadas. ¿Qué me convendría hacer para que todo esto tenga las mejores consecuencias para mí y para mis seres queridos?
4. Conocer aquellas emociones que me facilitarían implementar esas acciones. ¿Qué emociones me ayudarían a hacer lo que me conviene hacer?
Utilizar las emociones conlleva –y me permite- ser consciente de cómo me afectará esa emoción: qué acciones me predispone a implementar – y me permitirá hacerlo eficazmente-, qué acciones me dificultará… y las consecuencias de todo ello.
SECUENCIA INTELIGENCIA EMOCIONAL
(*) ¿QUÉ TÉCNICA…?: en el próximo post sobre Gestión Emocional
COMPRENDER: EL TERCER PASO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
“Las personas no sufren porque el mundo no sea lo suficientemente rico para satisfacer sus necesidades sino que su representación del mundo es tan empobrecida que no ven salida posible” J. Grinder y R. Bandler
“El contexto de toda persona responde a nueve partes de experiencia interna y una de externa. Cuando un aspecto de un comportamiento nos parece extraño, señal de que no podemos acceder directamente a través de los sentidos a buena parte del contexto al que la persona está respondiendo. La persona siempre está respondiendo a alguna representación interna que, frecuentemente, está fuera de su propia conciencia” J. Grinder y R. Bandler
“Para algunos es muy importante mantener la ilusión de que su mente consciente controla su conducta. Es un tipo de locura especialmente violento entre los profesores de universidad, los psiquiatras y los abogados” J. Grinder y R. Bandler
Las emociones humanas, amén del instinto arraigado y complejos procesos bioquímicos a los que difícilmente tendremos acceso voluntario, son fruto de nuestra cognición y pensamientos. ¿Cuándo sentiré alegría? Cuando piense que mis resultados exceden mis expectativas, que la información recibida del contexto me corrobora que todo funciona correctamente o que sienta la certeza de que en el futuro las cosas irán bien o yo dispondré de recursos para enderezar aquello que se tuerza. Y así con cada una de las emociones, como veremos en detalle en próximos posts.
Toda emoción emana de un conjunto de evaluaciones y significaciones que realizamos sobre una situación dada (recordad que, como ya nos avisó Epíteto hace más de veinte siglos, “No nos afectan los hechos, sino lo que nos decimos sobre ellos”). Comprender una emoción nos empuja a formularnos las siguientes preguntas: ¿Cómo estoy catalogando los hechos? ¿Cómo me refiero a ellos, cómo (me) los describo? ¿Cómo estoy evaluando los hechos para sentirme así? ¿Qué significado y consecuencias les atribuyo?
Este tercer paso, Comprender, nos permite tomar conciencia de que los hechos influyen – y mucho- en las emociones que sintamos respecto a ellos, pero que lo que las determina son las evaluaciones y significaciones que nosotros mismos les atribuyamos. Por ello, aunque no somos dioses para cambiar los hechos a nuestro antojo, si está en nuestra mano aprender a evaluarlos y significarlos de maneras más objetivas, coherentes, racionales… y potenciadoras. Recuerda que, como ya vimos en La invención de la realidad, en REALI… QUÉ? y en Si no lo creo, no lo veo, el ser humano no se relaciona directamente con la realidad objetiva, sino con SU propia representación de esa realidad. Y es de esa representación interna que generamos con nuestro pensamiento –y no de la realidad misma- de donde emanan nuestras emociones. A tomar conciencia y entender esa significación –generalmente, inconsciente- se dedica este tercer paso; a mejorarla aprenderemos en el siguiente post.
A partir de esta toma de conciencia, estaremos en disposición de aplicar una u otra técnica de gestión que nos ayude a afrontar una situación con el mínimo de sufrimiento y el máximo de eficiencia.
LOS PÓRTICOS A LA TRANSFORMACIÓN EMOCIONAL
Una vez hayamos diagnosticamos con exactitud que lo que sentimos es miedo y no amor o aburrimiento y no tranquilidad o ágape en vez de eros; una vez que sepamos a qué pensamientos y a qué acciones nos aboca y qué consecuencias nos acarreará hacer esto o aquello; y una vez que tomamos conciencia de cómo significamos una situación para sentir lo que sentimos respecto a ella… sólo entonces estaremos en disposición de abordar el paso definitivo y objetivo último de la Inteligencia Emocional: la gestión de nuestras emociones (qué técnicas utilizaré para transformar, eliminar o aminorar aquello que ni queremos ni nos conviene sentir, así como para provocarnos aquellas emociones que nos ayudarán a sentirnos mejor y actuar en beneficio de nosotros mismos y nuestros seres queridos).
La Gestión Emocional no es el bizcocho del pastel, sino su guinda. Ya sé que en esta sociedad mongoloide de la inmediatez superficial lo que se lleva es la pastillita o la varita mágica de resultados súbitos, escaso esfuerzo y nulo cuestionamiento personal… pero no es así. Poder aplicar eficientemente una técnica conlleva toda la labor previa explicada en éste post y en el anterior. Sin los pilares de la Identificación, la Utilización y la Comprensión de nuestras emociones, difícilmente podremos coronar con su Gestión el edificio de nuestra inteligencia emocional.
A las diferentes técnicas de gestión emocional dedicaré el próximo post: aquellas maneras concretas y tangibles a partir de las que manejar inteligentemente nuestras emociones. Pero repito: ni te plantees manejar lo que ni siquiera sabes los que es, ni cómo utilizarlo ni entiendes como te lo has fabricado. De pura lógica.
Una vez conozcamos las diferentes técnicas de Gestión emocional, dedicaré los siguientes posts a aprender a Reconocer, Utilizar, Comprender y Gestionar cada una de las 8 emociones básicas que, según P. Ekman, gobiernan las acciones, percepciones y pensamientos de todo ser humano y la mayoría de los animales. Precisamente, aprender a hacerlo es lo que nos diferencia a los unos de los otros.
Vivimos en la construcción subjetiva de la realidad que nos construimos, cuyos ladrillos son nuestras emociones. De su calidad dependerá la solidez y confort de la realidad que te construyas. No conozco a nadie que prefiera vivir en una vivienda fría, oscura y frágil. ¿Tú sí?