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“De todas las ilusiones la más peligrosa consiste en pensar que no existe sino una sola realidad”, Paul Watzlawick “Existe la tendencia de confundir las fronteras de la razón con las de la propia concepción de las cosas y de considerar locura todo cuanto se sitúa más allá de dichas fronteras”, Thomas Mann, Doctor Faustus “Tus creencias no están hechas de realidades, son tus realidades las que están hechas de creencias”, R. Bandler “Jamás logro observar nada que no sea percepción”, David Hume “Las personas no sufren porque el mundo no sea lo suficientemente rico para satisfacer sus necesidades sino que su representación del mundo es tan empobrecida que no ven salida posible”, J. Grinder y R. Bandler “Las cadenas del hábito son demasiado débiles para sentirlas hasta que son demasiado fuertes para romperlas”, Samuel Johnson “No se engañen ni se dejen engañar: nadie es objetivo. Para tener una visión objetiva deberíamos ser objetos. Si uno es un sujeto está condenado a dar siempre su propia visión subjetiva”, Jorge Bucay, El Camino de la Autodependencia “En cierto modo, es verdad: estoy ciega de vuestra ceguera, tal vez pudiese empezar a ver mejor si fuésemos más los que vemos. Abramos los ojos, No podemos, dijo el médico, Es una gran verdad, eso de que el peor ciego es el que no quiere ver, Pero yo quiero ver, No por eso vas a ver, la única diferencia es que dejarías de ser el peor de los ciegos” José Saramago, Ensayo Sobre la Ceguera “Lo que llamamos el espíritu de un tiempo no es más que el espíritu del que los examina”, Paul Leroy “Eso que llamamos sentido no pasa de ser un conjunto fugaz de imágenes que en cierto momento parecen armoniosas o en las que la inteligencia, presa del pánico, intentó poner orden, razón coherencia”, José Saramago, La Balsa de Piedra “En cuanto se ha creado una opinión, todo lo que oye, todo lo que se ve, todo lo que se lee, parece contribuir a fortalecerla”, Laurence Stern “Tendría gracia lo que cuesta desbaratar los prejuicios, si no fuera por la energía que consumimos en disiparlos”, José Luis Sampedro, El Amante Lesbiano “El mundo moderno es un laberinto perdedor en el que, más o menos, todos nos movemos habiendo olvidado que estamos en un laberinto. No tenemos nada claro que estamos perdidos y que tenemos que buscar la salida. Sabemos cuatro cosas banales que nos parecen suficientes para orientarnos: la derecha, la izquierda, moderno, progresista, reaccionario… Es cuando nos volvemos absurdos y la absurdidad del hombre moderno adopta su más amplio sentido”, Jordi Coca “Las leyendas crean a veces la realidad, y son más útiles que los hechos”, Salman Rushdie, Hijos de la Medianoche “Había aprendido ya a no discutir lo autoinventado”, Salman Rushdie, Furia “Hay cosas que no se pueden decir. No, más que eso: hay cosas que no se puede permitir que sean ciertas”, Salman Rushdie, Vergüenza “La realidad no es más que una traducción reductora de la enormidad del mundo y el loco es aquel que no se acomoda a ese lenguaje”, Rosa Montero, La Loca de la Casa “Realidad no significa nada si no va entre comillas”, Mario Vargas Llosa, La Verdad de las Mentiras “El avestruz mete la cabeza en el desierto cuando tiene miedo. Allá él. Pero hay hombres que escogen bastante peor: meter el desierto en la cabeza”, Mia Couto, Cada Hombre es una Raza “Hoy, a medida que se lo iba diciendo, sentía que eso era más y más verdadero, como si al decirlo yo fuera haciendo proselitismo conmigo mismo”, Mario Benedetti, Gracias por el Fuego “Las sospechas tienen un verdadero talento para encontrar su confirmación”, Adolfo Bioy – Casares, (Ad Porcos), Historias de Amor “Las palabras bien y mal siempre se usan en relación a la persona que se sirve de ellas, pues no existe nada que sea simple y absolutamente eso”, T. Hobbes “Realidad es aquello que tomamos por cierto. Lo que tomamos por cierto es aquello en que creemos. Nuestras creencias se basan en nuestras percepciones. Lo que percibimos depende de lo que tratamos de ver. Lo que tratamos de ver depende de lo que creemos. Lo que creemos determina, a su vez, lo que tomamos por verdad. Y lo que tomamos por verdad es nuestra realidad.” Gary Zurav, Los Diálogos del Cuerpo “Me asombro más fuera de los hospitales que dentro de ellos. Cuando construya una nueva realidad, asegúrese de hallar un amigo con quien compartirla”, Richard Bandler, Use su Cabeza para Variar “El disponer de un martillo y que éste sirva para los clavos no significa que todo deba ser martilleado”, Richard Bandler, Use su Cabeza para Variar “De todas maneras, nunca llegamos a comprender enteramente nada: comprender o sentirse confundido es más una sensación que un hecho”, Richard Bandler, Use su Cabeza para Variar “No existe la forma de comprender nada a fondo. Cuando ustedes piensan que comprenden algo, están definiendo lo que ignoran. El conocimiento no es más que la más sofisticada afirmación de la ignorancia”, Karl Popper “Lo que signifique un trozo de pan dependerá de si tienes hambre o no”, Proverbio Árabe “Cuando creemos algo, actuamos como si fuera vedad. Las creencias actúan como filtros perceptivos que interpretarán los hechos en la forma de esas creencias, y las excepciones… confirmarán la regla. Lo que hacemos mantiene y refuerza esas creencias; las creencias no son simplemente mapas de lo que pasó, sino planes o estrategias para acciones futuras. Las conductas siempre cambian para adaptarse a las creencias”, Joseph O’Connor & John Seymour, Introducción a la PNL “Todas las generalizaciones son mentiras, aunque la mayoría nos las medio creemos. La mayoría de las mentiras van a funcionar si actuamos como si fueran verdad”, John Grinder & Richard Bandler, De Sapos a Príncipes “Dado que, de todas maneras, vuestra historia personal es un mito, utilizadla como un recurso en lugar de cómo un conjunto de limitaciones. Nada ocurrió jamás realmente. Lo único que ocurrió es que tuvimos un conjunto de percepciones sobre los acontecimientos. Los recuerdos inventados pueden servir para producir cambios igual de bien que las percepciones arbitrarias que construiste en el pasado sobre “los acontecimientos del mundo real”, John Grinder & Richard Bandler, De Sapos a Príncipes “El contexto de toda persona responde a nueve partes de experiencia interna y una de externa. Cuando un aspecto de un comportamiento nos parece extraño, señal de que no podemos acceder directamente a través de los sentidos a buena parte del contexto al que la persona está respondiendo. La persona siempre está respondiendo a alguna representación interna que, frecuentemente, está fuera de su propia conciencia”, John Grinder & Richard Bandler, De Sapos a Príncipes “Para algunos es muy importante mantener la ilusión de que su mente consciente controla su conducta. Es un tipo de locura especialmente violento entre los profesores de universidad, los psiquiatras y los abogados”, John Grinder & Richard Bandler, De Sapos a Príncipes “Je ne veux pas être ajusté a l’environnement, je veux que l’environnement s’ajuste à moi”, Romain Gary (Émile Ajar), Gros-Câlin “La función del cerebro y del sistema nervioso consiste en protegernos de ser abrumados y confundidos por la masa de conocimientos con que la realidad nos bombardea a cada momento y que nos quedemos únicamente con esa pequeña y esencial porción que nos pueda resultar de utilidad práctica. El cerebro es como un embudo de válvula reductora. A fin de formular y expresar el contenido de esta conciencia con límites, el hombre ha inventado y elaborado sistemas de símbolos y filosofías implícitas: las lenguas. Cada individuo es a la vez beneficiario y víctima de la tradición lingüística en la que ha nacido. Su lengua le confirma que su conciencia con límites es la única conciencia, por lo que considera sus propios conceptos como si fueran hechos reales”, Aldous Huxley, The Doors of Perception
1. EL MAPA NO ES EL TERRITORIO. La REALIDAD (distorsionada, generalizada, y eliminada en gran parte por nuestros filtros neurológicos, sociales e individuales) no se corresponde con la imagen personal, individual e intransferible de la realidad que cada uno de nosotros se forma subjetivamente. Nuestra elucubración de la realidad (separada de la REALIDAD por las limitaciones de nuestros órganos sensoriales, nuestros filtros mentales, las interpretaciones que hagamos, los juicios y valores sobre las interpretaciones y las conclusiones a las que a partir de ellos decidamos llegar) son los mapas subjetivos que nos trazamos para orientarnos en el territorio (objetivo, pero inaccesible al pobre cerebrito humano) de la REALIDAD. Estos mapas son meras guías cognitivas a partir de las que organizamos nuestra conducta. Aunque siempre imperfectos y subjetivos (tienen más que ver con nosotros mismos que con la realidad descrita: la REALIDAD es infinitamente más vasta de lo que nuestros sentidos pueden percibir y nuestro aparato cognitivo concebir y procesar), hay mapas útiles y mapas limitantes (en función de la calidad de vida que nos permiten vivir). En palabras de Alfred Korzybski: “Un mapa no es el territorio que éste representa pero, si es correcto, tiene una estructura similar a la del territorio; de ahí su utilidad”. Nuestra realidad es la realidad que percibimos MÁS todo aquello que NO percibimos de la realidad, sumado a todo ello las conclusiones a las que nos dé por llegar (las soluciones a nuestras dificultades acostumbran a encontrarse, precisamente, donde nunca hemos mirado). 2. LAS PERSONAS NO VIVIMOS EN LA REALIDAD (territorio) SINO EN LA REPRESENTACIÓN QUE DE ELLA NOS HACEMOS (mapa). Todo sufrimiento no emana de la realidad, sino del modelo de realidad que nos construimos (todos ellos tan legítimos como ineludiblemente arbitrarios, parciales y subjetivos). En palabras de Marco Aurelio: “Si te sientes angustiado por cualquier cosa externa, el dolor no se debe a la cosa en sí, sino a tu propia estimación sobre ella; así pues, tienes el poder de eliminarlo en cualquier momento”; Epícteto: “No es lo que ha sucedido lo que molesta a un hombre, sino su juicio sobre lo que ha sucedido”; O ALdous HUxley: “La experiencia no es lo que le sucede al hombre, sino lo que ese hombre hace con lo que le sucede”. De ahí que los cambios efectivos hacia mayores cotas de felicidad no estriban en cambios en la situación REAL de la persona, sino en cambios en la representación del mundo que una persona haga a partir de sus evaluaciones subjetivas de su realidad. Y es a partir de esos cambios internos en sus evaluaciones subjetivas que la persona implementará conductas cotidianas que acabarán cambiando, de facto, su REALIDAD EXTERNA. 3. TODO LO QUE VEMOS EN LOS DEMÁS ES UNA PROYECCIÓN PROPIA (como mínimo, lo más higiénico es planteárnoslo así antes de reaccionar.) Bueno o malo, en relación a los demás o a nosotros mismos… nuestra imagen del otro es el resultado de lo que el otro piensa o hace MÁS como YO atino a percibirlo (y el sufrimiento radica en las percepciones propias, no en la conducta ajena). En palabras de R. Echeverría: “Nuestras observaciones no hablan de aquello que observamos, sino que nos dicen qué tipo de observador somos nosotros”. En las mías: “Dime que ves y te diré quien eres”; “Cada vez que abrimos la boca, nos quedamos en pelotas” 4. EL OBSERVADOR, NECESARIAMENTE, CAMBIA LA NATURALEZA Y EL COMPORTAMIENTO NORMAL DE AQUELLO QUE OBSERVA. No existen descripciones buenas o malas, ciertas o falsas de la realidad: tan sólo útiles o castrantes, potenciadoras o limitantes que nos permiten o impiden conseguir aquello que deseamos. 5. TODO ES MENTIRA…ERGO TODO ES CIERTO. El ser humano nunca podrá relacionarse directamente con la realidad, pues vive y actúa sobre SU representación de ella (mapa). La Identidad es un camelo; el Pasado, una construcción arbitraria (la memoria selecciona aquello que recordar, eliminando el 99’9% de los hechos del pasado, todos aquellos que desmentirían nuestra historia oficial). No existe nada cierto o falso per se (salvo las leyes de la física, y éstas, habitualmente, no nos hacen sufrir gran cosa), sino poderoso o débil, potenciador o castrante, ecológico con tu medio o miopemente egoísta. En palabras de K. Popper: “No existe la forma de comprender nada a fondo. Cuando ustedes piensan que comprenden algo, están definiendo lo que ignoran. El conocimiento no es más que la más sofisticada afirmación de la ignorancia” Y según Bandler: “Cuando te das cuenta de que el mundo en el que vives es una invención total, puedes inventarte otros mundos tan falsos, pero mucho más convenientes”. En referencia a la identidad, G. Orwell fusiló: “Algunas mitologías son menos mitologías que otras… resultan más eficaces” 6. NO EXISTEN LAS BOLAS DE CRISTAL. Y, DE EXISTIR, NO SERVIRÍAN PARA NADA. Aunque pudiéramos conocer los “hechos” que el futuro nos depara (cosa que no podemos), nunca podríamos saber sus consecuencias…ni las consecuencias de sus consecuencias…etc. José Saramago: “Si antes de cada acción pudiéramos prever todas sus consecuencias, nos pusiéramos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos”. Y en las de Goëthe: “He visto salir mal las cosas más razonables y salir bien las más disparatadas. Eso si: Sea lo que sea, ¡Hagan algo!» Y atención a los avisos para navegantes de Wilde : “Cuando los dioses deciden castigarnos, atienden nuestras súplicas” y G. B Shaw: “Existen dos tragedias en la vida. Una de ellas consiste en no lograr lo que nuestro corazón desea; la otra, conseguirlo”. Así, ¿Para qué sufrir por lo que queremos y no tenemos, si no tenemos ninguna garantía de que lo sigamos queriendo más tarde, de si es la llave al paraíso o el candado del infierno? No somos responsables ni de conseguir lo que queremos ni de sus consecuencias, sino de confabularnos para que, hagamos llegar o llegue lo que llegue, ser capaces de optimizarles todo su potencial de placer y/o sabiduría. Conseguir nuestros objetivos (“el éxito”) sólo está en parte bajo nuestra total influencia; en cambio, la integridad (actuar de acuerdo a lo que consideramos correcto, bueno o necesario) está totalmente en nuestras manos. La felicidad (la que depende exclusivamente de nosotros) no estriba en el éxito, sino en la integridad
“La realidad es un relampagueo supremo, delante del cual hay que cerrar los ojos” Misterio de La Torá “De todas las ilusiones la más peligrosa consiste en pensar que no existe sino una sola realidad” Paul Watzlawick “Existe la tendencia de confundir las fronteras de la razón con las de la propia concepción de las cosas y de considerar locura todo cuanto se sitúa más allá de dichas fronteras” Thomas Mann, Doctor Faustus “Man can believe the impossible, but man can never believe the improbable” Oscar Wilde, De Profundis “Porque ninguna batalla se gana, jamás. Ni tan siquiera se libra. Sólo el campo de batalla revela al hombre su propia locura y desesperación, y la victoria es ilusión de filósofos e idiotas”. William Faulkner, EL Ruido y la Furia “La esperanza es un instinto que sólo el razonamiento humano puede matar” Graham Greene, EL Poder y La Gloria “La gente equivoca este término y entiende por debilidades humanas lo que en realidad son debilidades animales. Lo humano, por el contrario, es lo que supera a lo animal: lo que está por encima de lo que hay en nosotros de fieras” Torcuato Luca de Tena, Los Renglones Torcidos de Dios “En cierto modo, es verdad: estoy ciega de vuestra ceguera, tal vez pudiese empezar a ver mejor si fuésemos más los que vemos. Abramos los ojos, No podemos, dijo el médico, Es una gran verdad, eso de que el peor ciego es el que no quiere ver, Pero yo quiero ver, No por eso vas a ver, la única diferencia es que dejarías de ser el peor de los ciegos” José Saramago, Ensayo Sobre la Ceguera “Usted es tan joven, está tan antes de todo comienzo, que yo querría rogarle que tenga paciencia con todo lo que no está resuelto en su corazón y que intente amar las preguntas mismas, como cuartos cerrados y libros escritos en un extraño idioma” Rainer Maria Rilke, Cartas a un Joven Poeta “Lo que llamamos el espíritu de un tiempo no es más que el espíritu del que los examina” Paul Leroy “Eso que llamamos sentido no pasa de ser un conjunto fugaz de imágenes que en cierto momento parecen armoniosas o en las que la inteligencia, presa del pánico, intentó poner orden, razón coherencia” José Saramago, La Balsa de Piedra “En cuanto se ha creado una opinión, todo lo que oye, todo lo que se ve, todo lo que se lee, parece contribuir a fortalecerla” Laurence Stern “Tendría gracia lo que cuesta desbaratar los prejuicios, si no fuera por la energía que consumimos en disiparlos” José Luis Sampedro, El Amante Lesbiano “El mundo moderno es un laberinto perdedor en el que, más o menos, todos nos movemos habiendo olvidado que estamos en un laberinto. No tenemos nada claro que estamos perdidos y que tenemos que buscar la salida. Sabemos cuatro cosas banales que nos parecen suficientes para orientarnos: la derecha, la izquierda, moderno, progresista, reaccionario… Es cuando nos volvemos absurdos y la absurdidad del hombre moderno adopta su más amplio sentido” Jordi Coca “A medida que acumulamos experiencias para el recuerdo, ¿Construimos también la forma en que se manifestará la memoria?, se preguntó Regina. Quizá la memoria trabaja como un novelista escondido en nuestro inconsciente, un artífice dotado de inteligencia propia, sabio como la eternidad, que no crea la vida sino que la modela eligiendo materiales, recuerdos que va entregándonos según le conviene para condicionar nuestra conducta. En esto consistiría la predestinación, pues lo único que nadie puede controlar es la memoria del individuo. Un déspota puede aplastar la memoria colectiva. Una sociedad sobrealimentada y complaciente puede asentar las posaderas de su historia como si fuera la taza del váter. Pero la memoria personal es un partisano incansable que, un día u otro, se queda a solas con cada uno de nosotros y nos arrincona” Maruja Torres, Mientras Vivimos “Las leyendas crean a veces la realidad, y son más útiles que los hechos” Salman Rushdie, Hijos de la Medianoche “Si la realitat està plena de contradiccions, també ho ha d’estar la descripció d’aquesta realitat” Jostein Garder, El Mon de Sofia “Así que te contaré la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, con todas mis mentiras incluidas” Alfredo Bryce Echenique, Reo de Nocturnidad “Una cosa es creer que estás en el camino acertado, y otra es pensar que tu camino es el único” Paulo Coelho, A Orillas del Río de Piedra me Senté y Lloré “Algo que se aprende tratando de reconstruir un suceso a base de testimonios es, justamente, que todas las historias son cuentos” Mario Vargas Llosa, Historia de Mayta “Que fácilmente se deja engañar la naturaleza. Cuantas cosas son posibles en un teatro al aire libre. Sólo hace falta saber improvisar e imaginarse el resto. Hay que tapar con ideas maravillosas los agujeros de nuestra existencia llena de agujeros. Gracias a la fe, se puede hacer sin pestañear que sea lo que no es” Günter Grass, El Rodaballo “La experiencia me había enseñado que las situaciones de crisis a distancia se percibían con tintes mucho más negros y lúgubres que contempladas de cerca. Es que nuestra imaginación, siempre insaciable, engulle ávidamente toda brizna de emoción o cualquier señal de amenaza, por más leves que sean, para, inmediatamente, multiplicarlos y aumentarlos hasta medidas monstruosas y paralizantes”, Kyszard Kapuscinski, Ebano “El caos es un orden por descifrar” José Saramago, El Hombre Duplicado “Había aprendido ya a no discutir lo autoinventado” Salman Rushdie, Furia “Hay cosas que no se pueden decir. No, más que eso: hay cosas que no se puede permitir que sean ciertas” Salman Rushdie, Vergüenza “La realidad no es más que una traducción reductora de la enormidad del mundo y el loco es aquel que no se acomoda a ese lenguaje” Rosa Montero, La Loca de la Casa “Calificar un relato de historia verídica es un insulto al arte y a la verdad” Rosa Montero, La Loca de la Casa “La realidad está hecha de imágenes superpuestas, que se contradicen o matizan unas a otras, de modo que nada en ella parece totalmente cierto ni definitivamente falso, sino dotado de una irremediable ambigüedad” Mario Vargas Llosa, La Verdad de las Mentiras “El avestruz mete la cabeza en el desierto cuando tiene miedo. Allá él. Pero hay hombres que escogen bastante peor: meter el desierto en la cabeza” Mia Couto “Todo el mundo vive en el mundo que él mismo se construye. La realidad es siempre inventada” Pablo Tusset, Lo Mejor que le Puede Pasar a un Croissant “Las sospechas tienen un verdadero talento para encontrar su confirmación” Adolfo Bioy – Casares, Ad Porcos “No, señor: uno se lleva sorpresas cuando quiere” Adolfo Bioy – Casares, (Una Puerta se Abre) Historias de Amor “Sólo he podido ir reuniendo pequeños indicios de la realidad, e intentando imaginar, a fuerza de lógica, el entramado que los une” Rosa Montero, Temblor “No se engañen ni se dejen engañar: nadie es objetivo. Para tener una visión objetiva deberíamos ser objetos. Si uno es un sujeto está condenado a dar siempre su propia visión subjetiva” Jorge Bucay, El Camino de la Autodependencia “A veces, se viven como propios algunos hechos y situaciones que en realidad son externos, o más frecuentemente, colocamos afuera cosas que nos están sucediendo dentro” Jorge Bucay, El Camino de la Autodependencia “La verdad es una mentira repetida 1.000 veces”, E. Göebels “Un mapa no es el territorio que éste representa pero, si es correcto, tiene una estructura similar a la del territorio; de ahí su utilidad” Alfred Korzybski “El mapa o modelo de la realidad no es el modelo de la realidad, son más bien el instrumento con el cual encontrar más fácilmente nuestro camino en el mundo” Vahinguer, The Philosophy of As If “Jamás logro observar nada que no sea percepción” David Hume “Todos los fenómenos de mente están hechos” Buda “Las palabras bien y mal siempre se usan en relación a la persona que se sirve de ellas, pues no existe nada que sea simple y absolutamente eso” Thomas Hobbes “Realidad es aquello que tomamos por cierto. Lo que tomamos por cierto es aquello en que creemos. Nuestras creencias se basan en nuestras percepciones. Lo que percibimos depende de lo que tratamos de ver. Lo que tratamos de ver depende de lo que creemos. Lo que creemos determina, a su vez, lo que tomamos por verdad. Y lo que tomamos por verdad es nuestra realidad” Gary Zurav “Me asombro más fuera de los hospitales que dentro de ellos. Cuando construya una nueva realidad, asegúrese de hallar un amigo con quien compartirla” Richard Bandler, Use su Cabeza para Variar “De todas maneras, nunca llegamos a comprender enteramente nada: comprender o sentirse confundido es más una sensación que un hecho” Richard Bandler, Use su Cabeza para Variar “No existe la forma de comprender nada a fondo. Cuando ustedes piensan que comprenden algo, están definiendo lo que ignoran. El conocimiento no es más que la más sofisticada afirmación de la ignorancia” Karl Popper “Lo que signifique un trozo de pan dependerá de si tienes hambre o no” Proverbio Árabe “Cuando te das cuenta de que el mundo en el que vives es una invención total, puedes inventarte otros mundos” John Grinder & Richard Bandler, De Sapos a Príncipes “Dado que, de todas maneras, vuestra historia personal es un mito, utilizadla como un recurso en lugar de cómo un conjunto de limitaciones. Nada ocurrió jamás realmente. Lo único que ocurrió es que tuvimos un conjunto de percepciones sobre los acontecimientos. Los recuerdos inventados pueden servir para producir cambios igual de bien que las percepciones arbitrarias que construiste en el pasado sobre “los acontecimientos del mundo real” John Grinder & Richard Bandler, De Sapos a Príncipes “Para algunos es muy importante mantener la ilusión de que su mente consciente controla su conducta. Es un tipo de locura especialmente violento entre los profesores de universidad, los psiquiatras y los abogados” John Grinder & Richard Bandler, De Sapos a Príncipes “Je ne veux pas être ajusté a l’environnement, je veux que l’environnement s’ajuste à moi” Romain Gary (Émile Ajar), Gros-Câlin “La función del cerebro y del sistema nervioso consiste en protegernos de ser abrumados y confundidos por la masa de conocimientos con que la realidad nos bombardea a cada momento y que nos quedemos únicamente con esa pequeña y esencial porción que nos pueda resultar de utilidad práctica. El cerebro es como un embudo de válvula reductora. A fin de formular y expresar el contenido de esta conciencia con límites, el hombre ha inventado y elaborado sistemas de símbolos y filosofías implícitas: las lenguas. Cada individuo es a la vez beneficiario y víctima de la tradición lingüística en la que ha nacido. Su lengua le confirma que su conciencia con límites es la única conciencia, por lo que considera sus propios conceptos como si fueran hechos reales” Aldous Huxley, The Doors of Perception
“El destino mezcla las cartas, pero soy yo quien las juega” Arthur Schopenhauer 1. EL OBJETIVISMO DETERMINISTA… y sus consecuencias De las infinitas creencias con las que el ser humano tiende a limitar su existencia, tal vez la más nociva y extendida sea la que nos convence que el bienestar, la satisfacción y la felicidad personal dependen de factores externos a nosotros. Qué trabajo tengo, cuánto gano, como me tratan los demás, cómo es mi familia, sucesos azarosos sobre los que no tengo influencia, qué números me han tocado en la rifa genética, etc. parecen condenarnos sin alternativa alguna a uno u otro estado emocional sobre el que, según esta creencia, no tenemos ni incidencia ni responsabilidad alguna. ¿Qué conlleva albergar esta creencia y seguirla como un dogma incuestionable por incuestionado? Varias de las conclusiones más viciadas de nuestra manera de pensar y que condicionan – a la baja- nuestra manera de actuar y sentir: 1. La felicidad está ahí afuera y depende exclusivamente de factores externos sobre los que no siempre tengo mucha influencia y nunca la tengo total 2. Como la realidad es una y yo la capto tal y como es objetivamente, si yo no veo solución alguna es que no la hay 3. Como sólo hay una realidad objetiva que yo capto a la perfección, quien capte otras versiones de la realidad o se equivoca o miente 4. La felicidad personal depende en gran medida del azar: que la persona que quiero me quiera, que los demás me vean y traten como yo deseo, que la biología no me dé un disgusto, que la suerte sea benevolente, que todo ruede –y por si sólo- en la dirección exacta que yo he decidido que debía hacerlo… Frente a esta creencia tan arraigada de que es la supuesta realidad (y tal y como yo la percibo) la que determina mi calidad de vida, se alzan no sólo todas las filosofías, religiones y psicoterapias inventadas hasta hoy, sino incluso las últimas certezas científicas aportadas por la neurobiología. No sólo es castrante considerar que nuestro estado de ánimo está determinado por las circunstancias externas: es que, científicamente hablando, es radical y empíricamente falso 2. CIENTÍFICAMENTE HABLANDO: ¿Cómo afecta la “realidad” al ser humano? El ser humano no se relaciona directamente con la “realidad”, pues entre la persona y su contexto se interponen, inevitablemente, sus interpretaciones subjetivas, arbitrarias y perfectibles. Al reflexionar, evaluar y llegar a conclusiones (que éstas si impactan directamente sobre nuestro estado emocional), el ser humano toma como materia prima datos de esa supuesta realidad exterior (presuntamente objetiva e unívoca), pero tamizados progresivamente por varios filtros que, en el mejor de los casos, sólo seleccionan y matizan los hechos, mientras que en el peor (la inmensa mayoría) los manipulan hasta desfigurarlos. ¿Cuáles son estos filtros mediante los que, inevitablemente, el ser humano manipula subjetivamente la realidad? SENTIDOS. Oído, vista, tacto, olfato y gusto son una primera barrera que se interpone entre la persona y el mundo exterior, amoldando los datos externos en función de sus características (cualquier miope sin gafas puede atestiguar la diferencia abismal entre lo que sus ojos captan y cualquier paisaje). ATENCIÓN: Selección Inconsciente. La capacidad de atención del ser humana es reducidísima en comparación a los trillones de bits de información disponibles y que, de llegar al cerebro, lo colapsarían. Por ello, y de manera automática, prestamos atención a aquello que estimemos –a priori- prioritario, por lo que ya de entrada descartamos el 99’9% de datos de esa realidad externa que, por definición, siempre será inabarcable por el minilocuente cerebrito humano. PRIORIZACIÓN: Selección consciente. Una vez nuestros sentidos y la atención han reducido la realidad a su mínima expresión manejable, el cerebro humano ha de priorizar qué atiende con máxima urgencia. Nueva “mordida” a la ya exigua imagen de la realidad que teníamos. No podemos atender a todo al mismo tiempo, y por ello hemos de obviar el 99’9% del exiguo 0’01% de realidad que llega a nuestra consciencia. EMOCIONES. Las emociones sirven, entre otras muchas cosas, para dirigir la atención y significar por adelantado lo que sucederá. Como veremos en próximos post sobre Inteligencia Emocional, desde la ira nuestros sentidos sólo captarán y nuestro cerebro sólo significará datos que representen agravios; desde el miedo peligros; desde la tristeza errores, etc. Aquí ya nuestro mapa imperfecto de la realidad ya comienza a parecerse a una caricatura grotesca de la misma. Cada uno de estos filtros diluye y transforma los datos de esa realidad exterior. La idea que acabamos teniendo de una realidad concreta es fruto de 4 procesos de jibarización, eliminación y distorsión de datos objetivos. ¿Habéis tenido la desgracia que algún camarero os haya hecho un cortado con la misma borra de café del anterior? ¿A que más que café era un “aguachirri” infumable que ni se parecía al café? Pues imaginaos que nos lo sirve tras CUATRO cafés anteriores. Ese caldichi infumable es la materia prima sobre las que tomamos decisiones “objetivas” DE LA CÁRCEL DEL SER… ¿Qué hace que diferentes seres humanos vivan de forma diferente sucesos equiparables? La respuesta a esta pregunta puede conllevar la segunda creencia más castrante en el top ten de creencias limitantes: “los hechos nos afectan de manera diferente… porque “somos” diferentes”. Al elegir como explicación de nuestras conductas y estados emocionales el “ser” de una determinada manera, nos negamos la posibilidad de cambio. El ser remite a cualidades innatas e inmutables de la naturaleza consubstancial de cosas o personas y, por lo tanto, intentar cambiarlas nos parece una absoluta pérdida de tiempo ¿Puedo dejar de ser pelirrojo? ¿Ser blanco o negro? ¿Ser macho o hembra? ¿Dejar de ser bípedo, RH + o -? Definitivamente, la manera más eficiente de condenarnos a la impotencia, la pasividad y el victimismo (tríada pórtico a lo que científicamente se conoce como una vida de mierda) estriba en unir estas tres creencias: 1. “Realidad sólo hay una, y es tal y como yo la capto objetivamente”; 2. “Son los hechos externos los que determinan mi calidad de vida” y 3. “Yo soy así”. No puedo imaginarme una receta más eficiente para condenarnos a una vida de sufrimiento, limitaciones y resentimiento. Si quieres convertirte en una persona amargada, resentida, mediocre, de absolutismos talibanescos y de la que todo el mundo huya como de la peste, te recomiendo que defiendas estas creencias a capa y espada, contra viento y marea, evidencias y sentido práctico. Ah! Y que dejes de leer este blog inmediatamente, pues su finalidad es, precisamente, que superes este tipo de creencias limitantes. … A LA LIBERACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD Por suerte (y tal y como la neurobiología ha demostrado) estas tres creencias, amén de limitantes de conductas y ponzoñosas emocionalmente, son estrepitosamente falsas. Veamos: Realidades hay muchas… tantas como seres humanos que las signifiquen. El ser humano vive en sus interpretaciones de la realidad, no sobre la realidad misma. Los hechos son neutros hasta que nuestro pensamiento les atribuye unas causas pasadas, unas consecuencias futuras y una valoración que desemboca en una significación subjetiva u otra (y que siempre diferirá de una persona a otra). Y es esta significación personal la que DETERMINARÁ mi estado de ánimo, no los hechos que presuntamente evalúa. Hechos idénticos pueden ser vividos de maneras radicalmente opuestas por diferentes personas. De ello puede inferirse fácilmente que los hechos INFLUYEN (y algunos, muchísimo, más cuanto más potencialmente traumáticos) en nuestro estado de ánimo, pero lo que lo DETERMINA son las conclusiones con las que signifiquemos esos hechos y que, aunque a veces razonables y legítimas, siempre serán subjetivas y arbitrarias (ergo argumentables y perfectibles). De idénticas penas de amor, un amigo mío se tiró por el balcón, otra se deprimió durante años y otro ha escrito los más bellos poemas de amor que jamás haya leído. Desde el refranero castellano (“La vida es según el cristal con el que se mira”) a Nietzsche (quien definía al ser humano como “el animal que emite juicios”) y pasando por la sabiduría popular (“para gustos, colores”), todos afirman que ni la realidad existe como bloque monolítico de lectura unívoca, ni son los hechos externos los que determinan nuestro estado de ánimo. Con la edad, a todos nos salen arrugas, pero ¿Lo vivirá igual una monja budista que un modelo de pasarela? Finiquitar una relación sentimental, ¿Significa lo mismo para todo el mundo? ¿Conocemos gente que, tras la pérdida de un ser querido se han hundido sin remisión? ¿Y otros que, frente a la misma situación, han continuado su vida, con alguna cicatriz pero más fuertes y humanos que antes? 3. La identidad psicológica humana, por suerte, es maleable y siempre está en perpetuo cambio. “Somos” en función de cómo actuamos, actuamos en función de cómo sentimos y sentimos en función de cómo pensamos. Mientras los hechos a menudo no se pueden cambiar a capricho (la temperatura exterior, los sentimientos ajenos, la desaparición de un ser querido, las estructuras macroeconómicas, los imperativos de la biología, etc.), siempre está en nuestra mano el APRENDER A SIGNIFICAR ESOS HECHOS DE UNA MANERA QUE NOS PERMITA ACTUAR PARA CORREGIR EN LO POSIBLE EL RUMBO DE LOS HECHOS, MINIMIZAR EL SUFRIMIENTO Y/O MAXIMIZAR EL PLACER. Significamos en función de cómo pensamos, y pensamos en base a las creencias que, conscientes o inconscientes, rigen nuestra cognición y conducta (en siguientes post os hablaré de qué son las creencias, como nos rigen y como podemos cambiarlas). La clave de la libertad humana estriba no en la OMNIPOTENCIA para que todo sea como yo he decidido que debería ser, sino en la RESPONSABILIDAD para implementar los cambios de cognición, conducta y emociones que me permitirán afrontar mejor esa realidad ajena e indiferente a mis exigencias. Los demás serán y sentirán como les dé la gana a ellos (no como yo necesite); el mundo será como le dé la gana a él, y no como yo haya decidido que es justo que sea (que, curiosamente, acostumbra a coincidir con como me conviene que sea); el azar es, eso, azaroso y ajeno a mi existencia; y la biología tiene unas leyes a las que se la repampimflo yo y los centenares de miles de millones de seres humanos que nacieron, murieron, nacerán y morirán antes y después que yo. Bienvenidos de nuevo a la minilocuencia biológica en la que el ser humano se basa y en la que termina. Si, lo sé, demasiada insignificancia para nuestro eguito de pseudo dioses… Pero hay algo sobre lo que tenemos o podemos aprender a tener pleno control: nuestra manera de significar esa realidad ajena e indiferente a mis deseos y hasta a mi existencia. Viktor Frankl (un psiquiatra vienés que decidió aprender a ser feliz a pesar de sobrevivir a un campo de concentración… para encontrarse al salir con que toda su familia había perecido en otro) escribió que “Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud ante una serie dada de circunstancias”. Ni tú, ni yo ni él somos omnipotentes para decidir las circunstancias, pero siempre seremos absoluta, radical e impepinablemente libres para elegir la actitud con la que las afrontaremos. Para este nuevo año, no te deseo ni suerte, ni salud, ni amor, ni amantes o rejuvenecimientos mágicos (mucho menos el engañabobos de las loterías). Permíteme ser infinitamente más ambicioso. Te deseo algo mucho mejor, definitivo, eterno y que depende exclusivamente de ti: que aprendas a significar la realidad externa de manera que te permita hacer y vivir excepcionalmente tu vida. Al azar lo que es del azar… y a tu responsabilidad lo que es de tu responsabilidad. Si te deseo, y de todo corazón, que sepas sonsacarle al nuevo año todo lo que ambiciones, y que ambiciones poco en cantidad y muchísimo en calidad. Y sobre todo: que tus deseos se basen más en tus acciones que no en meros ruegos para que caigan del cielo los resultados con los que sueñas. A dios rogando…
Hace años, al cargarme el mito de la identidad, pensaba que éramos lo que hacíamos. Como tan exasperantemente a menudo, acertaba equivocándome. No somos lo que hacemos: somos lo que hicimos. Hoy entiendo la vida como el cúmulo de decisiones pretéritas cuyos efectos no se materializan hasta años después. Y es en este delay entre causas y efectos donde se fragua la incongruencia humana entre valores y conductas. Si las consecuencias fueran automáticamente inmediatas a los actos que las causaron, la congruencia no sería un logro, sino un regalo. Sin embargo, mis años de experiencia me señalan la incongruencia entre conductas y valores como la mayor causa de insatisfacción en nuestras vidas, la mayor fuente de los autosabotajes que nos impiden conseguir lo que deseamos. ¿Es esta la única razón de nuestra incongruencia entre intenciones y conductas? ¿Por qué tenemos tan claras tantas cosas que nos convienen cambiar o empezar a hacer, pero nuestros actos, tan a menudo, van en dirección opuesta a nuestras conclusiones? ¿Por qué tendemos a reiterar conductas que no nos satisfacen? Los ingredientes de la incongruencia son tan sencillos de conocer como presuntamente difíciles de eliminar. Al mencionado delay causa – efecto se le añaden dos factores más: la tolerancia humana a cualquier situación reiterada y la priorización compulsiva de seguridad y comodidad. La tolerancia humana nos permite –y nos condena- a habituarnos gradualmente a cualquier entorno, a vivir como naturales situaciones que años después nos parecerán inaceptablemente anómalas. Como en el síndrome de la rana hervida, la gradualidad imperceptible con que se cotidianizan las situaciones nos impedirá percibir cómo, poco a poco, lo extraño se fue convirtiendo en un hábito que, por muy inverosímil que nos parezca al abandonarlo, se nos hizo absolutamente transparente mientras reinó en nuestro presente. Una vez en el mar, somos como el pez: el último en darnos cuenta que estamos rodeados de agua. REPORT THIS AD Pero, tal vez, el mayor agravante de la incongruencia humana sea el deseo compulsivo de seguridad y comodidad. Estamos regidos por un órgano (el cerebro) que prioriza por encima del placer la falacia de la seguridad y la tranquilidad apócrifa de lo previsible. En el humano, todo conspira para reducir su conducta a un cúmulo de rutinas automatizadas que, al afirmarse, nos niegan. Cambiar asusta, pues priorizar la seguridad conlleva focalizar la atención en los precios (ciertos y presuntos) de todo cambio. Por ello, pocas veces nos planteamos el precio que también pagamos por no cambiar, seguir igual y dejar que la vida resbale plácidamente hacia donde la gravedad más fácil se lo ponga… y no hacía donde sabemos que nos haría felices estar. Decía Nietzsche que el ser humano estaba frente a una cuerda tendida entre el animal y el dios. Animal en cuanto a instintos y necesidades; dios por su deseo de trascenderlos en aras de la realización, el sentido y la felicidad. Uno de los muchos precios que pagamos por esta animalidad divina es el tira y afloja entre el miedo al cambio y la insatisfacción por no cambiar. El ser humano está en eterna pugna entre su cerebro biológico y su alma más etérea. Mientras su biología más primaria prioriza, en pos de la supervivencia, la seguridad, el ahorro de energía y la previsibilidad, su alma cognitiva busca objetivos –tan evolutivamente estériles- como la felicidad, la realización, el sentido, la pasión, etc. Conceptos todos ellos innecesarios para ese animal primario que también somos, pero absolutamente cruciales para nuestra humanidad de ínfulas divinas. Entre el mono que fuimos y el dios que queremos ser, se extiende el abismo de la insatisfacción. Evolutivamente, estamos hechos para priorizar comer y no ser comidos, para lo que buscamos crear entornos que, por encima de todo, nos parezcan seguros por previsibles. Todo ello con una finalidad axiológica: mientras más tiempo sobrevivamos, más oportunidades tienen nuestros genes de perpetuarse en generaciones futuras. La finalidad de todo animal es meramente subsistir para procrearse y cumplir su rol en la cadena trófica. Y mientras no hace ni lo uno ni lo otro, ahorrar energía, pues nunca se sabe nunca cuanto tiempo tendremos que aguantar con las actuales reservas de grasa antes de ingerir el próximo alimento. Para cazar, procrearse, evitar ser cazado y descansar, nada mejor que entornos conocidos y previsibles en los que llevemos años pudiendo subsistir sin grandes problemas… de mera subsistencia. ¿Qué ese entorno no nos motiva, no nos ilusiona, no nos realiza, incluso nos niega como personas? A nuestro cerebro primitivo le importa tres pepinos, y tratará de evitar a toda costa cualquier cambio de contexto. Más vale malo conocido… ¿Os suena? Tal vez el más castrante de todos nuestros refranes. De ahí nuestra voluntad de estabilidad por encima de cualquier otro criterio REPORT THIS AD Pero al mismo tiempo, al lado del animal, en el alma humana también anida un aprendiz de dios. Por ello, al mismo tiempo que sucumbe a sus instintos más primarios y se resiste al cambio, el ser humano trata de emanciparse de su dictadura evolutiva, queriendo primar la realización y la felicidad sobre la mera supervivencia. De ahí nuestros deseos de cambio, tan contradictorios a los anteriores. Tal vez la mejor manera de entender la cultura y la historia humanas sea verlas ambas como el intento progresivo de emancipación de los dictados evolutivos, en pos de esa divinidad cognitiva que empezamos a inventamos al aspirar a algo más que comer, descansar y procrear. Si, tal vez la historia de la especie sea el pretendido tránsito de los instintos a la realización, de la biología a la teología, del animal al dios. La historia es el fruto del constante intento de alcanzar más altas cotas de humanidad que nos alejen de la animalidad de la que provenimos. La hominización consiste en los intentos del neocórtex por dominar los instintos conservadores del cerebro primitivo. El neocórtex es la base biológica de esa alma que vamos construyendo como especie al ejercitar nuestros atributos más exclusivamente humanos: la cognición abstracta, la imaginación y la creatividad, la búsqueda de sentido y autorealización, etc. La alienación del ser humano occidental del siglo XXI crece en la brecha entre el animal y el dios que cohabitan en nuestro interior luchando por hacerse con el control de nuestra conducta. La neurobiología moderna nos ha puesto boca arriba las cartas, mostrándonos la desigual batalla entre el animal (parapetado tras la avasallante rapidez y fuerza del cerebro reptilíneo, el más primitivo) y el dios (apostándolo todo a las elaboradísimas pero frágiles y lentas atribuciones de su pretencioso e intrincado neocórtex, el último invitado a la evolución biológica del órgano cerebral). La batalla entre estas dos fuerzas desiguales de intereses divergentes –cuando no antagónicos- se entabla para dilucidar quién regirá nuestra conducta, dirigiéndola hacia los polos opuestos de la realización o la seguridad. De ahí que tan a menudo oscilemos entre la insatisfacción ante la rutina (cuando el cerebro primario, en nombre del animal, dirige nuestra conducta en pos de la seguridad más previsible y la comodidad) y el miedo al cambio (cuando el neocórtex, en nombre del dios, toma las riendas de nuestra conducta dirigiéndola en busca de más altas cotas de realización). REPORT THIS AD Así, si la insatisfacción es el grito de alarma del dios cuando el animal sacrifica la felicidad en aras de la seguridad, el miedo es el alarido del animal cuando el dios compromete la seguridad en aras de la búsqueda de la satisfacción. El miedo es la revuelta del cerebro primario; la insatisfacción, la protesta del neocórtex. Cambiaremos o no en función de quien eleve más sus gritos de disgusto, o a quien atinemos nosotros a prestar más oídos. Pero creedme: si no intervenimos consciente y voluntariamente en este proceso, el cerebro primitivo tiene mucho mejores pulmones, y primará la búsqueda de seguridad. Y llegar a gritar más fuerte que él, en aras de la satisfacción y realización personal, es el logro de una vida entera de reflexión crítica y voluntad explícita contra nuestros automatismos más primarios y conservadores. Lo más endemoniadamente rebuscado de este conflicto estriba en la capacidad del cerebro primario (el que llega a las primeras conclusiones: la información pasa primero por él) no sólo para imponerse al neocórtex, sino para convertirlo en su principal aliado y propagandista. Porque el neocórtex, que trabaja con la materia prima ya manipulada por el cerebro primario, si reflexiona sin autocrítica explícita y voluntaria se limita a convertir los alaridos primarios del miedo en refinados discursos racionales, estructurados y persuasivos, rebosantes de razones presuntamente objetivas pero ya amañadas desde el principio para reforzar nuestras conclusiones más inmovilistas decididas a priori por lo más primitivo de nuestro cerebro. Por todo ello, de entrada la batalla está perdida. Amén del colaboracionismo involuntario del mismo neocórtex, su propia inmadurez (fruto de escasos milenios de presencia en nuestro cerebro) sucumbe con estrepitosa fragilidad a la visceralidad arrolladora de un cerebro primitivo que lleva millones de años rigiendo nuestra conducta. Pero que de entrada la batalla esté perdida no quiere decir que no merezca la pena lucharla. Entre el negro de la derrota absoluta y el blanco de la victoria total del dios, se extiende la gama de grises en la que el humano divino puede acotar y moldear la previsible victoria de nuestros instintos primarios más conservadores. La batalla por la realización es una lucha a brazo partido contra los más básicos instintos de supervivencia. La hominización, la pugna entre los limitantes automatismos del instinto animal y los razonables delirios de autorealización de nuestra cognición más divina. La semilla de la libertad humana es la humildad de aceptar la aclaparadora superioridad del animal que sacrificará, sin dudar, la realización en el altar de la supervivencia. La libertad humana estriba en aceptar este imperativo biológico… sin resignarnos a él. El ser humano no será omnipotente para eliminar de un plumazo millones de años de evolución priorizando los intereses del cerebro primario, pero si es libre (ineludiblemente libre), para acotar su victoria. Esta es la cárcel del libre albedrío, los límites de la infinita libertad humana, como los infinitos decimales posibles entre dos números enteros. Günter Grass nos animaba a utilizar los raíles de la existencia para, precisamente, escapar de las limitaciones que esos raíles nos imponen. Y Vila Matas nos decía que las reglas del juego también están para jugar con ellas. Como dioses, el ser humano puede dar infinitas formas a su cárcel animal. No podemos rehuir la responsabilidad individual para adecuar confortablemente nuestra animalidad básica, tanto como nos sea posible. Prueba de ello, los miles de artistas, exploradores, aventureros, científicos, artistas, revolucionarios y filósofos que, con su desafío temerario a los instintos más timoratos de seguridad, alimento y procreación, nos han probado y siguen probando que se puede jugar a ganar la batalla perdida de la autorealización personal. Si la biología nos enseña a no sentirnos culpables por nuestro miedo al cambio, el Coaching añade que no ser culpable no quiere decir no hacernos responsables para acotar esos miedos en aras de nuestros sueños. No ser omnipotentes no quiere decir que no seamos infinitamente libres para matizar nuestra limitante animalidad, siempre sedienta de presuntas certezas eternas y apócrifas seguridades por decreto ley. Por suerte, en nuestro limitado arsenal disponemos de dos armas definitivas: la meditación y el Coaching. La meditación nos permite fortalecer el neocórtex a base de observar –sin involucrarnos- tanto los pensamientos automáticos del cerebro primitivo como en las triquiñuelas del neocórtex para engalanarlos con una pátina de legitimidad presuntamente objetiva y racional. El Coaching cuestiona los automatismos conservadores del cerebro primitivo y las reflexiones superficiales del neocórtex a su servicio, refutándolas para permitirnos llegar a conclusiones que nos faciliten los cambios que deseamos en nuestra vida (que, seguro, conllevarán un cierto esfuerzo, inseguridad e imprevisibilidad). Recomiendo la entente cordiale entre la meditación y el coaching para dirigirnos en pos de nuestros más humanos, frágiles y ambiciosos sueños. Sin reflexión alguna, seremos dirigidos por nuestros instintos más primarios, pero con una reflexión superficial sin atisbo de autocrítica a nuestras creencias pasadas, sólo generaremos presuntas razones que nos autojustificarán la inmovilidad. Si queremos perder el miedo a implementar aquellos cambios que tanto deseamos, debemos reflexionar sobre nuestras reflexiones con espíritu abierto y crítico. De lo contrario, seguiremos pensando lo que ya pensábamos, ergo la “razón” seguirá siendo un obstáculo al cambio en vez de un aliado. El animal humano nació para sobrevivir; el dios humano, para disfrutar de su existencia. Es nuestra responsabilidad elegir a cuál de los dos entregamos el mando. Nuestra es la elección que realicemos; sus consecuencias, también. O una vida de mera supervivencia acotada por el miedo, o la que siempre quisimos vivir. Tú eliges, pues tú serás quien disfrutará las consecuencias de tu elección.
Hace décadas, una de mis escritoras favoritas era Carmen Martín Gaite (de la que os recomiendo leer prácticamente todo, a pesar de haber sido loada como su supuesta escritora de cabecera por alguna muy ilustre cazurra cuyo nombre no me apetece recordar). La primera novela que leí de ella me atrapó desde su título: Lo Raro es Vivir. En ella aprendí que Vivir (lo que se dice vivir con mayúsculas, más allá de ir dejando que los minutos resbalen insípidos por nuestros relojes) no es un derecho adquirido por el mero hecho de mantener ciertas constantes vitales que caracterizan a los no cadáveres, sino todo un triunfo –y muy inusual-. Concretamente, el mayor de los logros existenciales, tan sólo al alcance de aquellos que se atrevan a ilusionarse y perseguir sus ilusiones sin la menor concesión a la pereza, las excusas o el miedo al miedo. A mis veinte años andaba lejos de saber que, respecto a la cordura, estábamos en las mismas. Más allá de que caigamos o dejemos de caer bajo la etiqueta psiquiátrica de la patología de moda, la cordura no es un estado obvio que se mantiene sólo, sino el mayor de los logros a los que podemos aspirar. Y tan inusual como, amén de estar vivo, estar Viviendo. Sí, lo raro como humanos (y del siglo XXI)… es no estar como un cencerro. O toda una orquesta de ellos. Como ya compartí con vosotros en varios post anteriores, una de las muchas razones para dedicarme al Coaching y la Formación es mi fascinación por la enrevesada dualidad del ser humano, tan primario, instintivo y pragmático como cualquier reptil o mamífero y tan diferente a cualquier otro animal, primates incluidos. En los post Entre la Manada y el Egocentrismo y Entre la Insatisfacción y el Miedo ya me explayé sobre la bendita dualidad del ser humano, en perpetuo conflicto entre sus más conservadores y pragmáticos instintos de preservación escuetamente física (reproducción, asegurar la comida, aversión al cambio, apego sumiso a los dogmas de la manada a cambio de pertenencia y seguridad…) y sus impulsos de realización mucho más allá de la mera supervivencia física y genética (satisfacción individual, realización, soledad creativa, sentido existencial…). Son muchos y onerosísimos los precios que hemos de pagar por esa dimensión “divina” que el ser humano añade a su mera animalidad, y los principales son las dudas, miedos y confusiones inherentes a su manera simbólica, abstracta y subjetiva de significar su realidad (ver los post Si no lo creo, no lo veo y La invención de la Realidad). REPORT THIS AD El ser humano (ese animal como cualquier otro al que le dio por estirar la espalda, dejar las manos libres y empeñarse en encontrar formas de ocuparlas cada vez más complejas y simbólicas) cuenta con un cerebro privilegiado desde los inicios de la hominización (dependiendo de los autores, sobre los 2 millones años). Pero ese cerebro privilegiado se dedicaba (tal vez con mayor eficiencia o ambición) a lo que el resto de cerebros animales: a buscar, captar, significar y aplicar a la conducta toda aquella información que le llevara a atrapar presas o a huir de depredadores. Al ser un animal gregario, ese mismo cerebro también se fue especializando en asegurar una posición social que le garantizara sustento, seguridad y, ocasionalmente, oportunidades para reproducirse. También dependiendo del autor, se estima que el Homo Sapiens (la especie humana a la que, por muy poco que hagamos honor a su nombre, pertenecemos) apareció en el planeta tan sólo hace 200.000 años. Pero la cosa no se complicó seriamente hasta hace 70.000 años, cuando se empezó a fraguar la llamada revolución cognitiva. Por causas que desconocemos (se atribuye a su progresiva eficacia y dominio del medio), se estima que sobre esa fecha los Sapiens crecieron tanto en número que sus grupos pasaron de meras tropillas de decenas de integrantes a micro sociedades de centenares y hasta miles de individuos. Y que para mantener la cohesión interna de estos grupos en aumento y garantizar la voluntad de colaboración entre miembros cada vez más distantes entre ellos, el ser humano empezó a inventarse mitos, leyendas y relatos (desde antepasados a dioses que los cohesionaran artificialmente) basados en realidades cada vez más irreales. Hasta entonces, los humanos se comunicaban en aras de cooperaciones pragmáticas, se relacionaban con fines utilitaristas cuya intención última era la subsistencia (fuera para evitar ser devorados por depredadores, fuera para devorar presas). Y toda comunicación, toda intención, toda acción, tenían como referente elementos tangibles, presentes, objetivamente reales a los que convenía acercarse o de los que convenía huir. Pero a partir de la -tan rimbombantemente bautizada- revolución cognitiva, y en aras de la cooperación de individuos cada vez menos próximos entre sí genéticamente, el ser humano empezó a dedicar y prestar cada vez más atención a la creación de símbolos que unieran sus sociedades, a interpretar dioses comunes que los bendijesen o castigaran y a crear reglamentos para regular grupos ingobernables desde los parámetros de los animales que fuimos. A partir de aquí (y hasta hoy, más de 70.000 años después) no hemos parado de cultivar los frutos de esta revolución subjetiva: el arte, la ciencia, la religión, la filosofía, etc. en un proceso de singularización como individuos que, en el siglo XXI occidental, se está acelerando hasta el delirio. REPORT THIS AD Lo importante de todo ello radica en que, aunque la cultura y sociedad humana han dado giros copernicanos (desde las cavernas a Internet, de la manada a las sociedades, del gruñido al canto gregoriano), el cerebro humano es prácticamente idéntico al que teníamos hace millones de años (morfobiológica y genéticamente como órgano, ya que en rasgos menores e individuales su plasticidad le permite cambiar en cuestión de semanas. Para eso sirve, precisamente, la formación). Significativamente, poco ha cambiado en los últimos millones de años, pero es que no lo ha hecho en absoluto en los últimos 70.000. O sea, que con el mismo órgano fabricado por la evolución para cuestiones básicas, pragmáticas e inmediatas basadas en gran medida en la determinación del instinto y para gestionar información concreta y específica… debemos enfrentarnos a las diabluras existenciales y subjetivísimas de nuestra vida de (post?)sapiens del siglo XXI. Con idéntica herramienta a aquella con la que decidíamos si perseguir o huir, acercarnos a ésta o aquél homínido para asegurarnos la seguridad del grupo, interpretar las señales de la naturaleza para seguir avanzando o guarecernos, determinar si estábamos cerca de una presa o de un depredador… ahora debemos enfrentar los retos del siglo XXI. Plantearnos si dios existe o no (y cuál, y como vivir su existencia o ausencia), como dotar de sentido la existencia, si soy hombre o mujer aún habiendo nacido macho o hembra, si quiero tener hijos y cuántos, donde me hará feliz vivir, cuáles son los valores que, de satisfacerlos profundamente en mi día a día, me harán sentir realizado… ¡La máquina no da! ¿Qué ocurriría si a un Commodore 64 le intentamos instalar el Windows XP o conectarnos a Internet? Evidentemente, se colgaría. El milagro sería que no lo hiciera, ¿Verdad? Amén de mi ya conocida tendencia a dar la tabarra a diestro y siniestro con aquello que me apasiona (y la incapacidad humana para comprender la realidad, y la “divina animalidad” del ser humano ya sabéis que lo hace, y mucho)… ¿A santo de qué os cuento todo esto? ¿Qué utilidad práctica puede tener en nuestra cotidianidad? La respuesta no será breve, pero si sencilla: Dada la dicotomía irreconciliable del ser humano como animalito práctico y como Sapiens sabelotodo, el ser humano tiene todos los números para estar como una puñetera cabra. El humano ha creado con su cerebro un ser, una sociedad y unas simbologías tan enrevesadas y alejadas de su naturaleza primaria que ese propio cerebro que las creó, lejos de poder entenderlas, no atina ni a sentirse cómodo entre ellas. Por ello, se ve desbordado por tantísima información –y tan compleja- que no puede procesarla sin, por momentos, sentirse aturdido, confuso y hasta puntualmente sucumbir al vértigo de perder pie. Y ya sabemos todos cuál es la primera consecuencia de la confusión sostenida: el miedo. ¿Y la del miedo reiterado? La angustia… y así pasito a pasito hasta el estrés crónico y las más variadas formas de neurosis más o menos etiquetables. REPORT THIS AD Os cuento todo esto para resaltar una de esas obviedades que, de tan obvias, se nos hacen transparentes y no somos conscientes de ellas. Caballeras y señoritos: si a pesar de todo lo expuesto conserváis una brizna de cordura, sólo me queda decíos una cosa: ¡Enhorabuena! ¿De qué pasta especial estáis hechos para, a pesar de tener la biología, la semiótica, la evolución humana entera en contra… aún estéis mínimamente cuerdos? ¿Qué poderes mágicos poseéis? Acordaos que lo raro no es sólo vivir… es no estar completa, clínica y patológicamente majaretas. La cordura para el (pseudo?)Sapiens del siglo XXI es un don, una proeza cotidiana… un milagro. Pero, ¿Lo vivimos así? ¿O, bien al revés, nos la tomamos como una obviedad sin importancia, un derecho adquirido que no necesita preservarse, que cuándo se posee no se valora… pero se teme perder? Ya lo escribí en alguna ocasión: no hay manera más eficiente de amargarse la vida que no valorar lo que se tiene… pero si sufrir su pérdida (o la mera perspectiva de su pérdida). Y mucho me temo que, como en el caso de la salud, o el estar vivos, la estabilidad mental es uno de esos privilegios maravillosos que no valoramos en su medida como el milagro efímero que, si nos paramos a pensarlo, es. Por ello, os animo a un par de cosas: Que cada mañana deis gracias a dios, al diablo, al destino, la Pachamama, las energías cósmicas o al más puro y gratuito azar por estar vivos y mínimamente conscientes de vuestra más o menos precaria cordura. Disfrutemos mientras dure de un privilegio que, como todos y absolutamente todo, lleva fecha de caducidad. Dediquemos un tiempito cada día a inventarnos nuevas locuras… con las que conservar la cordura. Nuevas maneras de hacernos felices a nosotros y a los que amamos, a aceptar más y mejor que el mundo ni es ni será perfecto, que los demás son libres de ser como a ellos les dé la gana y no como a mí me convenga, que las cosas que no podemos cambiar hay que aceptarlas con una sonrisa, pero las que sí hay que embestirlas con entusiasmo hasta que se asemejen a nuestros deseos… La cordura no se conserva sola, sino a base de aprender a pensar, sentir y aceptar la vida más cuerdamente. Lo raro es Vivir. Lo raro es estar mínimamente equilibrado. Te animo a que te inventes una vida a tu medida como para disfrutar de ambos milagros. Y cada día, cada momento… mientras dure. Que por mucho que nos neguemos siquiera a pensarlo, no lo hará siempre.